La agricultura familiar, es una forma de agricultura que se caracteriza principalmente por el predominante uso de la fuerza de trabajo familiar, más aún el acceso limitado a los recursos tierra, agua y capital.
A través de ella pervive y se transmite nuestra cultura y conocimiento milenario, en técnicas usadas desde nuestros antepasados hasta las nuevas generaciones, siendo la pieza clave del desarrollo sostenible en millones de familias en el mundo, quienes la realizan en pequeñas extensiones de tierra con prácticas amigables con el medio ambiente, como el poco o nulo uso de fertilizantes, pesticidas, hormonas; el manejo de desechos está en correspondencia con la capacidad de absorción de los suelos; entre otros.
La agricultura familiar en la economía del Perú.
En el caso del Perú, más del 83% de los trabajadores agrícolas (3 millones) se dedican a la agricultura familiar. Del mismo modo, representa el 97% de las 2.2 millones de unidades agropecuarias existentes.
Otro dato importante es que el 30% del empleo nacional es generado por el sector agrario, contribuyendo en 53% al producto interno bruto nacional y, en algunas regiones, representa más del 20% de su PBI. En el año 2012, el 30% de las personas productoras eran mujeres.
Retos de la agricultura familiar
El cambio climático:
En algunos sectores de los andes la disminución en las lluvias, el acortamiento del ciclo de cultivo y el adelanto de la fecha de siembra podrían reducir entre 12 y 15 % el rendimiento de los cultivos y generar pérdidas entre 4 y 7 % de los mismos. Asimismo, los cultivos son afectados por episodios como el fenómeno El Niño, en la zona norte; con las lluvias, en la costa central; y una menor disponibilidad de agua, en la costa sur. En la selva, mientras tanto, el cambio en el régimen de las lluvias hace que aumenten las plagas en algunas ocasiones.
La vulnerabilidad de las mujeres
Las mujeres cargan una gran presión si se toma en cuenta que su trabajo fuera del terreno de cultivo es poco calificado y mal remunerado. Y esto debe sumarse a que, en sus hogares, suelen hacerse cargo de todo.
Esta multiplicidad de tareas disminuye su tiempo para acceder a oportunidades educativas, de control natal, de participación en asociaciones o hasta de empleos al exterior de sus terrenos. Además, las mujeres pueden ser víctimas de violencia de género y de discriminación.
El limitado acceso al crédito y servicios financieros
Este hecho es aún más notorio en los agricultores familiares de subsistencia. En la región andina solamente el 5% de ellos accedió al crédito, según información del IV Censo Nacional Agrícola (CENAGRO, 2012). Esto dificulta la inversión en infraestructura e innovación, tanto para la producción como para la comercialización.
La migración de nuevas generaciones:
Esto se produce cuando los jóvenes de hogares donde se practica la agricultura familiar migran en busca de mejores oportunidades. El éxodo de la juventud rural hacia la ciudad deja atrás a niñas, niños y población anciana. Esto genera el abandono de las parcelas y una pérdida de saberes ancestrales agropecuarios, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la agricultura familiar a largo plazo.
En conclusión, la agricultura a pesar de ser muy importante en la alimentación y ser un medio de vida de millones de personas, aún no tiene el respaldo que merece. En ese sentido, es tarea de todos consumir productos provenientes de la agricultura familiar pagando precios justos en su consumo y desde el estado facilitar las mejores condiciones para que esta buena práctica sea sostenible en el tiempo.